
¿Quién inventó el bidet?
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Aunque no existe un acta de nacimiento oficial para el bidet, todo apunta a que su origen se remonta a la Francia del siglo XVIII. Se cree que el inventor fue Christophe Des Rosiers, un fabricante de muebles y sillas de montar para la nobleza, quien habría diseñado el primer modelo hacia el año 1700. Su propósito: ofrecer una forma más cómoda y efectiva de higiene íntima en una época donde el baño moderno estaba aún muy lejos de inventarse.
En ese tiempo, los baños no estaban dentro de la casa. El aseo personal se hacía en jarras, cuencos o pequeños muebles portátiles que se llenaban con agua. El bidet nació como uno de esos muebles: un recipiente con patas que se instalaba en el dormitorio, junto al tocador. Las damas de la aristocracia lo usaban para lavarse después de ir al baño, y aunque suena elegante, el objetivo era simple: oler un poco menos mal.
Con el paso del tiempo y la mejora de los sistemas de alcantarillado, el bidet migró del dormitorio al baño. El diseño también evolucionó: de ser un mueble de madera pasó a fabricarse en cerámica, con un chorro de agua integrado. Francia lideró este cambio y el bidet se convirtió en símbolo de elegancia, limpieza y sofisticación. De ahí viene también su estereotipo: los franceses no solo lo inventaron, sino que probablemente lo necesitaban.
Durante el siglo XX, el uso del bidet se expandió a otros países europeos y a América Latina —como Argentina, donde hoy es parte del mobiliario básico en casi todos los hogares—, pero no corrió la misma suerte en Estados Unidos o Reino Unido. En esos lugares, la costumbre del papel higiénico se impuso, y con ella, la resistencia al bidet.
Hoy, más de 300 años después de su invención, el bidet ha evolucionado una vez más. Ahora existen modelos modernos que no requieren instalar un segundo artefacto ni hacer obras en el baño. Los llamados accesorios bidet, como Culify, se instalan en 10 minutos sobre el mismo WC y ofrecen una limpieza más higiénica, ecológica y cómoda que el papel. Todo esto, sin perder de vista el legado del diseño original.
¿Quién inventó el bidet? No lo sabemos con certeza, pero lo que sí sabemos es que le debemos un monumento.